Había una vez un Elefante muy tragón. Cansado de comer las plantas de la selva, decidió irse al Zoológico. El Elefante llamó a la Tortuga y le contó que se iba al Zooológico y le dijo que llame a los animales que quisieran ir con él, La tortuga dormilona, cansada que no la dejen dormir, le dijo:
Estas loco! Como vas hacerlo? y el Elefante le dijo:
Llamalos a todos! y la Tortuga le contestó - Está bien, está bien .....ya voy.
Entonces vinieron el León malo, triste de no tener niños para asustar y el Mono aburrido de comer plátanos todo el día. Todos ellos decidieron irse al Zoológico con el Elefante.
Al otro día, el Elefante los despertó a todos muy temprano para hacer elplan e ir al zoológico. Se escondieron entonces en un barco que iba a la ciudad. viajaron todo el dia y la noche.
Al día siguiente el Mono se despertó y les dijo a sus amigos: - Llegamos amigos, Estamos en el zoologíco!!
Al día siguiente el Mono se despertó y les dijo a sus amigos: - Llegamos amigos, Estamos en el zoologíco!!
despierten!!
Esperaron la noche para salir camino al Zoológico, cuando llegaron se encontraron con el avestruz que estaba desesperada por salir del zoológico.
- Porque te quieres ir? dijo la Tortuga
- Porque no tengo espacio para correr, todo el día estoy encerrada en esta jaula - dijo el avestruz. Y el pinguino triste dijo:
-Acá no hay frío amigos
- Si! - le dijo el Gorila fortachón desde su jaula- aquí tampoco podemos salir de nuestras jaulas, ayúdenos a salir!
El Elefante al escuchar lo que le iban disiendo los animales, se puso triste porque no era el zoológico como él pensaba y decidió salvar a los animales del Zoológico y ayudarlos a salir y escapar de su jaulas... Entonces el León malo le dijo:
Estas loco! yo no quiero regresar, yo quiero asustar niños!!!
Estas loco!! dijo el Gorila - sí tú asustas a un solo niño, te dejan sin comer todo el día y te castigan mucho. Aqui los niños vienen a divertirse.
Entonces dijo el León, vamonos de aqui, hay que salvarlos y salir pronto!!
Así comenzaron a abrir las jaulas con las llaves que encontró el Mono en la caseta del guardia que dormía y en silencio salieron todos los animales al puerto.
Al llegar, el encontraron un barco que estaba a punto de partir, corrieron y saltaron y se escondieron en el depósito del barco, para que nadie los viera.
Al llegar a la selva, todos los otros animales los esperaban felices , organizaron una fiesta y no querían volver a quejarse de lo que tenían.
La selva magica
En la selva mágica llena de colores, formas y sabores, todos los animales estaban emocionados por la fiesta de disfraces. Cuchicheaban entre ellos hablando de las ropas y complementos que llevarían ese día.
Las jirafas se pondrían gafas y una peluca de pelo muy largo para ir de incógnito. Los leones se harían coletas por toda la cabeza con sus largas melenas y se lo pintarían de color azul. Los elefantes se disfrazarían de mosquitos, sus alas serían unas enormes hojas y sus trompas servirían para picar a los demás. Las cebras aún tenían sus dudas, quizás se disfrazarían de paso de peatones, pero no estaban seguras. ¿Y los monos?… los monos… ¡lo guardaban en secreto!
Unos días antes de la gran fiesta pasó algo terrible, horrible, ¡espeluznante! ¡Salió hasta en los periódicos!
– “¡Extra, extra, a las cebras les han robado las rayas!”
Entrevistaron a Círculos, el jefe de las cebras.
– “Sssseñor Ccccírculosssssss ¿cómo sssse encuentran lasss cccebrassssss en esssstossss momentossss?” – Alargó la serpiente el micro para que hablara.
– “Pues verá usted, están conmocionadas… lloran sin parar. Lo peor de todo es que nos íbamos a disfrazar de paso de peatones ¡ya lo habíamos decidido!”. – Le contestó el gran jefe apartando el micro para que no le escucharan llorar.
Todos los animales de la selva comenzaron a movilizarse buscando las rayas. Buscaron entre las hojas, entre los árboles, en las profundidades del río… pero no encontraron nada.
La noche cubrió la gran selva mágica y no había rastro de las famosas rayas. Las daban por perdidas, excepto los elefantes, muy pensadores empezaron a sospechar. Todo el mundo se había movilizado menos los monos… ¡qué extraño!.
Los simios mientras tanto ajenos a todo lo que estaba ocurriendo, estaban haciendo sus disfraces subidos a un árbol. Cosían por aquí, cosían por allá, cuando de repente llamaron al tronco… ¡toc, toc!.
– “¿Quién será?”. – Se miraron unos a otros.
– “Somos los animales de la selva queremos contaros sucesos muy importantes sobre lo que está pasando aquí”.
Los monos bajaron del árbol, confundidos y extrañados. Con mucha curiosidad se preguntaban qué hacían todos allí.
– “¿Qué pasa vecinos?” – Preguntó al fin uno de ellos.
– “Han desaparecido las rayas de las cebras”. – Contestó seriamente el elefante.
Los monos se miraban unos a otros. Miraban a las cebras blancas y alicaídas, miraban a las jirafas larguiruchas, sin expresión alguna y miraban a los leones que estaban ferozmente tristes. Habló el jefe de los simios confesando:
– “Queridos amigos, las rayas de las cebras las tenemos nosotros. Las cogimos prestadas para nuestro disfraz, las queríamos utilizar de bigotes para ser tigres. Pero, ¡¡¡las íbamos a devolver!!!”. – Exclamaron ante la mirada inquisitiva de todos los animales.
– “Lo sentimos”. – Se disculparon.
Todos los animales comenzaron a gritar pidiendo explicaciones a los monos. Todos menos las cebras, que viendo su arrepentimiento les perdonaron con la condición de que la próxima vez las pidiesen prestadas.
Los animales se calmaron, ya que si las cebras les perdonaban, ¿quiénes eran ellos para no hacerlo?
La verdad, es que los disfraces de los monos eran la mar de originales, por lo que las cebras, dejaron sus rayas a sus amigos los primates y ellas se disfrazaron de nubes.
Aquella fiesta de disfraces, fue la mejor celebración que había habido en muchos años por aquellos lugares. Los animales se lo pasaron en grande y bailaron todos hasta el amanecer.
Aquella fiesta de disfraces, fue la mejor celebración que había habido en muchos años por aquellos lugares. Los animales se lo pasaron en grande y bailaron todos hasta el amanecer.
En lo profundo de la jungla alguien emitió un fuerte gemido. -"¡crac. crac!" respondió el tucán y descendió batiendo sus alas para ver quien era. Era el bebe rino que tenía a un fuerte dolor en su boca. "Abre tu boca bien grande -le dijo la serpiente-. así...". Pero el bebe rino negó con la cabeza. "déjame ver". dijo el elefante mientras estiraba su trompa para acariciar la barriga de bebe rino.
"abre tu boca bien grande...así". pero bebe rino no quería abrir su boca. "¿ puedo ver?". pregunto el mono. descendió desde su árbol y dijo: "abre tu boca bien grande... así". y parecía tan gracioso (con su boca abierta) que bebe rino comenzó a sonreír... Emitió una suave sonrisa... y luego comenzó a reír con toda su fuerza... así. ¡tenia un nuevo y brillosos diente! todos querían verlo bebe rino estaba muy orgulloso. Le mostró su diente al tucán que dijo ¡crac crac! y también a la serpiente que dijo ¡hiss hiss! al elegante que dijo ¡trump trump! y por último al mono que respondió ¡ooh, ah, ah! y así hicieron que bebe rino comenzara a reír nuevamente.
El león malo
Erase una vez un reino animal que era gobernado por el grande y salvaje león que todos temían. Él castigaba a todos los de su entorno y un día los animales se reunieron, menos el león y dijeron:
– Hay que planear algo para terminar con el león, para que no vuelva a castigarnos!
Crearon pequeñas armas, pero solo para atemorizarte, sin llegar a usarlas. Cuando lo tuvieron todo planeado fueron a buscar al león. Él iba con sus amigos y discutieron todos, pero finalmente ganaron los leones, todo siguió igual que antes.
Pasado un tiempo los animales del bosque seguían atemorizados por el león, así que decidieron llevar a amigos lejanos de otros bosques. Volvieron a enfrentarse con el león, que en este caso estaba solo. No iban a descansar hasta que consiguieran vivir en tranquilos.
Los animales le dijeron que así no podía seguir siendo, que no querían pelear pero se veían en la obligación, no debía de comportarse así con los animales del bosque. Así que empezaron a atacarle. El león les dijo que no hacía falta discutir más, que habían ganado. Comprendió que lo que hacía no estaba bien y se comprometía a que no habría más castigos nunca más.
Los animales vivieron siempre en paz y armonía.
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