Las arañas de Navidad para los niños
Cuenta la leyenda que un día estaban los ciudadanos limpiando sus casas el 24 de diciembre, pensando en recibir con nuevas energías la llegada de las fiestas.
En una de las tantas casas de Alemania vivía una familia de arañas. Como toda la gente estaba ordenando sus casas, ellas debían ir de un lado a otro intentando no ser descubiertas. Observaron entonces una familia que ponía un árbol decorado con muchas esferas de colores, allí querían poner su nuevo hogar.
Cuando la familia se fue a dormir las arañas bajaron a ver qué era ese árbol de Navidad tan bonito, pero se pusieron a jugar y se olvidaron de sus telarañas. Papá Noel llegó y vio a las arañas jugando y se divirtió mucho, pero no podía dejarlas allí, la familia se pondría muy triste si encontraba todas esas telarañas en su bonito árbol.
Entonces Papá Noel les preguntó si de verdad querían vivir en ese árbol y ante la respuesta positiva de las arañas, sopló para convertirlos en adornos que se convirtieron en uno de los accesorios típicos de los adornos navideños del árbol.
Hoy en día hay numerosos tipos de adornos navideños, y cada uno de ellos tiene un estilo diferente. Sin embargo la leyenda cuenta que todos los adornos nacieron de esta misma situación en la que Papá Noel eligió que las arañas se convirtieran en esferas y estrellas, mientras que las telarañas se convirtieron en los espumillones que hoy solemos usar para decorar el árbol de Navidad.
Leyendas de navidad
La flor de noche buena. Hace muchos años, en un pequeño pueblo de México, todos los habitantes se reunían en la iglesia cada año durante el nacimiento de Jesús para dejarle algún regalo.
Un pequeño niño llamado Pablo solo veía como todos iban y depositaban sus regalos pero él no tenía nada que regalar, él era muy pobre y eso lo hacía sentir mal. Pablo quiso esconderse para evitar que otro miraran que no tenía nada que dar, fue y se escondió en un rincón de la iglesia y comenzó a llorar, pero pronto de sus lágrimas que habían caído al suelo, comenzó a brotar una hermosa flor con pétalos rojos. Pablo comprendió que aquella flor era un regalo de Dios, para que Pablo se la regalara al niño Jesús. Contento fue y deposito aquella flor juntos con los demás regalos, pero manteniendo el secreto que había nacido de sus lágrimas.
La Leyenda del Árbol de Navidad
Cuenta la leyenda que el Árbol de Navidad, se origina en Europa, donde en una noche de frió invierno, un Niño buscaba refugio. Esa misma noche, un Leñador y su Esposa, lo recibieron en su casa y le dieron de comer.
Al pasar la noche, en Niño se convirtió en un Ángel vestido de Oro: Él era el niño Dios, y para recompensar la bondad de la pareja, tomó una rama de Pino y les dijo que la siembren prometiéndoles que cada año les daría frutos.
Así, cuando el arbolito creció, dio a la pareja unas hermosas Manzanas de oro y nueces de plata. Por otro lado, ellos vestían sus arboles en invierno (que era la fecha cuando los arboles perdían sus hojas) para que los espíritus buenos que en ellos habitan, regresen pronto.
Los Adornos más comunes en estos arboles eran las manzanas o piedras pintadas. Algunos dicen que esta costumbre fue el origen de los adornos navideños. Por otra parte, las bolitas de cristal o brillantes, se añadieron allá por el año 1750 en Bohemia.
Una Navidad en el bosque (Helena López–Casares Pertusa)
Cada año, con la caída de las primeras nieves y la llegada de las estrellas de luz, se reunían en torno al Gran Árbol para preparar la Navidad y conocer una de las noticias más esperadas de la temporada: el nombre del ganador del concurso de teatro, que se encargaría de dirigir la función de Nochebuena.
En aquella época, todas las actividades que realizaban tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. La exhibición de cocina, organizada por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, la directora del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba la mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba la obra ganadora, que seimpre tenía como tema central la amistad.
Cada año, el Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año…
–Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad –dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más dilación demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra Salvemos el bosque, que podremos ver en Nochebuena.
–Gracias, gracias, es un honor para mí –exclamaba Conejo entre vítores y aplausos.
–Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez darán comienzo las pruebas de selección de actores. Rogamos puntualidad a los interesados –concluyó el Sr. Búho.
Al día siguiente, a la hora convenida, había una considerable cola a la entrada del teatro. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba con la inestimable ayuda de sus fieles amigas, un girasol y un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa.
Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr.Oso haría de guardabosque, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol y la Sra. Lince, al lirio.
Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, dejándose la piel en escena, hasta que hizo su aparición el peor y más temido de los fantasmas: la envidia.
–No sé Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El papel del leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto –dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.
–Sí Búho, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor y proyectar toda la fuerza del personaje. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.
Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto y eso no le gustó nada. Es más, pensó que Búho y Castor lo estaban haciendo a propósito.
En aquella época, todas las actividades que realizaban tenían como objetivo la convivencia, el fomento de la amistad y la diversión. La exhibición de cocina, organizada por la Señora Ardilla, hacía las delicias de los más comilones, pues los platos presentados eran degustados al finalizar la competición. Los más pequeños participaban en la tradicional Carrera de Hielo, que tenía lugar en el lago helado y acudían cada tarde a los ensayos de la Señorita Ciervo, la directora del coro que alegraba con sus villancicos todos los rincones del bosque. Y, por supuesto, estaba la mejor noche de todas: la Nochebuena, en la que se representaba la obra ganadora, que seimpre tenía como tema central la amistad.
Cada año, el Señor Búho, como director de la escuela de teatro, seleccionaba una pieza de entre todas las que enviaban los animales aspirantes a ser los elegidos para llenar de paz los corazones de los habitantes del bosque, pero ese año…
–Bienvenidos todos a la reunión preparatoria de la Navidad –dijo el Señor Búho posado en la rama más robusta del Gran Árbol. Este año, la elección de la obra ha estado muy reñida porque todas las propuestas eran de gran calidad, pero había que elegir un ganador. Así que sin más dilación demos un aplauso al Sr. Conejo, autor de la obra Salvemos el bosque, que podremos ver en Nochebuena.
–Gracias, gracias, es un honor para mí –exclamaba Conejo entre vítores y aplausos.
–Bien, pues ya sabéis que mañana a las diez darán comienzo las pruebas de selección de actores. Rogamos puntualidad a los interesados –concluyó el Sr. Búho.
Al día siguiente, a la hora convenida, había una considerable cola a la entrada del teatro. Al ser un musical, las pruebas se centraron en las habilidades de canto y baile, pues eran requisitos imprescindibles. La obra contaba la trama de un guardabosque que debía salvar la flora de un malvado leñador, obsesionado con cortar un árbol milenario y arrasar todo lo que se pusiera en su camino. En su lucha por preservar el entorno natural, el guardabosque contaba con la inestimable ayuda de sus fieles amigas, un girasol y un lirio que ponían su astucia al servicio de la noble causa.
Tras varias horas, los papeles quedaron repartidos de la siguiente manera: el Sr.Oso haría de guardabosque, Castor sería el vil leñador, la Sra. Pata representaría al girasol y la Sra. Lince, al lirio.
Al principio todo marchaba estupendamente, los actores estaban contentos con sus papeles y trabajaban duro para perfeccionar sus actuaciones, dejándose la piel en escena, hasta que hizo su aparición el peor y más temido de los fantasmas: la envidia.
–No sé Conejo, creo que Castor tendría que tener un poco más de protagonismo. El papel del leñador está lleno de matices y podríamos crear unos espectaculares efectos especiales que dejarían al público boquiabierto –dijo el Sr. Búho en uno de los ensayos.
–Sí Búho, puede que tengas razón y deba retocar el texto para darle más peso a Castor y proyectar toda la fuerza del personaje. Podemos hacer un juego de luces y sombras cada vez que aparezca y realzar su papel.
Ante estas palabras Castor se puso muy contento, pues estaba muy ilusionado con la obra, pero Oso no lo vio con los mismos ojos. Si a Castor le daban más protagonismo, eso significaba que él dejaría de ser el protagonista absoluto y eso no le gustó nada. Es más, pensó que Búho y Castor lo estaban haciendo a propósito.
El árbol del milagro
Muchas personas arman el arbolito sin saber por qué lo hacen, ni qué significa, pero cumplen con esa tradición religiosamente todos los 8 de diciembre. Otras lo relacionan con la figura de Papá Noel, sin embargo, sus orígenes se remontan al siglo VIII, según relata la leyenda más conocida, cuando San Bonifacio fue a Germania para convertir paganos al cristianismo. En una noche de Navidad, los germanos intentaron sacrificar un niño debajo de un árbol y San Bonifacio, furioso, arrancó el tronco de raíz y emergió de ellas un pino. Con su acción, no solo salvo la vida del niño, también logró que la mayoría de los presentes se convirtieran al cristianismo, ya que lo consideraron un acto milagroso. Pero fue recién en el siglo XVI que se empezaron a colocar los árboles de Navidad dentro de los hogares. La tradición pasó a Gran Bretaña, de allí a Estados Unidos y de ahí llegó a América Latina.
La Leyenda del Árbol de Navidad, Cuento infantil de Navidad - Recursos educativos
Era Nochebuena. Había nevado todo el día, pero por la tarde, la nieve había cesado de caer y el cielo estaba lleno de estrellas. Un leñador volvía a su casa, atravesando el bosque. Se le había hecho tarde y la noche lo había sorprendido en el bosque.
El hombre se detuvo un momento para descansar un poco. Alzó los ojos y vio ante sí un pequeño abeto que se alzaba al cielo. Miles de estrellitas parecían estar posadas en sus ramas, como si estuviera cubierto de hilitos de plata. Ante aquella escena inesperada, el leñador quedó maravillado.
Tras cortar el abeto, se lo llevó a casa, donde lo esperaban su mujer y sus dos hijitos. Como por milagro, las estrellitas se habían quedado sobre las ramas del árbol.
Durante toda la Nochebuena la casa del leñado
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