El país de las figuras geométricas.
Un día al país de los triángulos llegaron noticias de que existían otras figuras geométricas que ellos no conocían. Entonces decidieron enviar a un triángulo rojo y a un triángulo azul en busca de otras figuras.
El primer país que encontraron era de unas formas muy divertidas y con todos los lados iguales que se llamaban cuadrados. Explicaron a sus nuevos amigos por qué estaban alli y los cuadrados enviaron al cuadrado verde con ellos a buscar otras formas.
Al lado del país de los cuadrados estaba el país de los rectángulos, que eran primos lejanos de los cuadrados, pero no se conocían. El rectángulo morado se unió al grupo para continuar buscando nuevas formas.
Descubrieron allí lejos, un país donde todos sus habitantes eran redondos, de diferentes tamaños y colores. Eran los círculos, unos personajes muy divertidos porque siempre estaban dispuestos a rodar.
Los círculos pensaban que las otras formas eran muy raras, llenas de puntas y esquinas, y siempre tan rectitas. Entonces decidieron entre todos que para conocerse se podrían visitar unas a otras, y hasta podrían, si quisiesen ir a vivir al país que más les gustase.
De este modo, los triángulos fueron a vivir con los círculos, los cuadrados se marcharon a vivir con los triángulos, y los rectángulos se fueron a vivir con los círculos. Así nació el país de todas las formas geométricas.
Autores: Luisa Mendes y Manuela Guedes, sin duda le recomendamos que compren el libro.
"Las Figuras Geométricas"
En una tarde soleada de Abril, cuando todos los niños habían almorzado, cepillado los dientes y se encontraban durmiendo en el salón, se reunieron todas las Figuras Geométricas para elegir a la más importante de todas.
Allí estaban el Don Cuadrado con sus cuatro lados iguales, el simpático y sonriente Triángulo de tres lados, el redondo Círculo, el rectángulo, de dos lados cortos y dos más largos y el dormilon del Ovalo que llegó rebotando contra la hoja papel.
El Rectángulo habló primero con voz fuerte : ¡Yo soy el más importante!, pues los niños me usan para pintar muchas cosas: camiones, puertas y ventanas y siempre soy muy grande.
Entonces el Círculo, gritó con su voz chillona: ¡Que va, el más importante soy yo!, los niños me usan para pintar el Sol, la Luna, las pelotas y muchas cosas.
-¡No, no, no!—dijo el Don cuadrado (con una voz de cansado)–Yo soy el más importante. Cuando los niños dibujan sus casitas me usan, además soy perfecto, pues tengo los lados iguales.
Así todos dijeron su importancia. El óvalo con los ojos dormidos y una gran bostezo dijo que con él se podía dibujar peces, globos de colores y aviones de gran tamaño. El triángulo muy sonriente dijo que sin él las casitas no tenían techo ni los aviones alas y que él era el único que tenía tres lados y una puntita como mago.
Así estaban discutiendo hasta que los escuchó el Lápiz, que les preguntó: ¿Que les sucede amigos?
Todos le contestaron: Amigo Lápiz, ayúdanos. ¿Quién de nosotros es el más importante?
El amigo Lápiz no respondió, solo se puso a dibujar en la hoja que tenía delante. Cuando terminó de dibujar se dieron cuenta que el Lápiz había hecho un dibujo con todas las figuras, porque para dibujar bien se necesitan de todas las figuras Geométricas. Cuando los niños se despertaron encontraron ese bonito dibujo.
Todos le contestaron: Amigo Lápiz, ayúdanos. ¿Quién de nosotros es el más importante?
El amigo Lápiz no respondió, solo se puso a dibujar en la hoja que tenía delante. Cuando terminó de dibujar se dieron cuenta que el Lápiz había hecho un dibujo con todas las figuras, porque para dibujar bien se necesitan de todas las figuras Geométricas. Cuando los niños se despertaron encontraron ese bonito dibujo.
Publicado por Paula Higueras Vasco.
El triangulo.
Celeste y sus astros
Erase una vez una niña llamada Celeste, que admiraba el firmamento todas las noches. Soñaba algún día visitar el espacio y ver de cerca los planetas, el sol, la luna y las estrellas. Celeste estaba encantada por los astros del día y de la noche. Le llamaba su atención su forma y brillantez.
Un día en la escuela, la Sra. Pérez su maestra de matemáticas, mostró unas láminas que Celeste encontraba muy interesantes. Celeste estaba muy atenta a lo que su maestra explicaba y demostraba. Al finalizar la clase la Sra. Pérez asignó un trabajo.
Celeste debía preparar una presentación sobre el tema discutido en clase ese día. Al llegar a su casa, Celeste habla con su mamá y le comunica sobre su asignación para entregar en tres días. Celeste pensaba mientras tanto que cosas podía utilizar para hacer su presentación.
En su dormitorio Celeste miraba sus astros y de repente se le ocurrió una idea la que enseguida comunicó a su mamá. En ese preciso momento Celeste y su mamá planificaron que iban hacer al día siguiente luego que Celeste llegara de la escuela.
Al otro día Celeste y su mamá fueron juntas a comprar los materiales que necesitaban para trabajar en la idea de la presentación por que no los tenía en casa. Al llegar a su hogar Celeste comienza rápido a trabajar con la ayuda de su mamá.
Observando láminas y fotos que guardaba de aquellos astros que la iluminaban tanto en el día como en la noche y que ella observaba con su telescopio. Celeste esperaba encontrar parecidos entre sus astros y el material ofrecido en clase por la Sra. Pérez.
Celeste comenzó a trabajar y dijo: “Mamá las estrellas se parecen a un triángulo”. “Tienes razón, Celeste” le contestó su mamá. Celeste utilizó los materiales que ya había comprado con su mamá para representar la figura y el objeto o cosa parecido tal y como había explicado la Sra. Pérez en clase.
“La luna tiene forma de esfera, su forma es redonda” dice Celeste y su mamá le indica que tiene razón. Por un breve instante Celeste se quedó pensativa, se decía a si misma ¿y qué figura se parece al sol?, buscó y buscó en sus láminas hasta que halló la solución.
Para hacer el sol debo tener un círculo y en su alrededor haré triángulos finos. Así lo hizo pero, Celeste aún no terminaba su trabajo debía hallar otra figura que comparar. Y su mamá le sugirió;”Celeste ¿con qué puedes observar tus astros en la noche?
Celeste quedó pensativa en lo que su mamá le dijo y contestó ¡Ah, ya sé mamá y zas! Y corriendo hacia su dormitorio buscó su telescopio. Se parece a un cilindro. Nuevamente buscó sus materiales para ilustrar al objeto y la figura que se parece.
Al día siguiente la maestra anunciaba al grupo que las presentaciones ya debían estar preparadas .Celeste estaba muy emocionada por que sabía que su trabajo estaba terminado. A la mañana siguiente Celeste se encamina hacia la escuela con su trabajo en mano.
Llegó la hora de la clase y Celeste al igual que sus compañeritos de clase se preparaba para su presentación. Vestida con decoraciones de estrellas, soles y lunas añadido un sombrero puntiagudo llamado Merlín Celeste comenzó su presentación.
Mi sombrero llamado Merlín puntiagudo tiene la forma de un cono. El astro más grande es el sol y tiene forma de círculo en el centro y en su alrededor rayos en forma de triángulo. El telescopio es lo que utilizo para ver los astros en la noche y tiene forma de un cilindro que puede rodar.
Las estrellas muy brillantes en la noche y de aspecto particular tienen forma triangular. La luna llena que tiene forma de esfera aparece redonda y brillante durante la noche entera. Al terminar su presentación Celeste fue felicitada por su maestra y compañeros de clase.
Esa tarde Celeste al llegar a su casa mostró su calificación a su mamá. Mamá muy contenta la felicitó y juntas al anochecer observaban al firmamento una y otra vez.
LA SUMA Y LA RESTA
En una bola de cristal muy muy pequeña vivían dos compañeros que no se llevaban muy bien. Uno se llamaba Suma y el otro Resta, para Suma todo a su alrededor era precioso, y lo que más le gustaba hacer era contar hacia delante: “0, 1, 2, 3, 4, …“. Cuando Suma se ponía a contar, Resta le decía: “¿Qué haces?“, y Suma le contestaba: “Voy sumando uno a cada número que voy obteniendo, y siempre empiezo por el cero“.
Resta no entendía nada y se pensaba que Suma estaba loco… A Resta todo lo que le rodeaba le parecía triste, y lo que más le gustaba era contar hacia atrás: “10, 9, 8, 7, 6…“. Cuando Resta se ponía a contar, suma le preguntaba: “¿Qué haces?“, y Resta le contestaba: “Voy restando uno a cada número que voy obteniendo, y siempre empiezo por el diez“. Suma no entendía nada, y se pensaba que Resta estaba loco…
Pero un día, un niño, en el colegio, cogió la bola de cristal donde vivían, miró a través de ella y vio como contaban Suma y Resta, y les dijo: “Sois cosas complementarias, sumar y contar hacia delante, es lo contrario que restar y contar hacia atrás, por eso a veces no os entendéis, pero en realidad los dos sois lo mismo, operaciones de matemáticas.” A partir de que el niño dijo esto, Suma y Resta se entendieron mucho mejor, y nunca más pensaron que el otro estaba loco.
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