Había una vez una león muy grande y gruñón , que se llamaba Ramón...
Le gustaba salir a pasear y asustar a todos los animales de la selva....
RR decía rrrr y cada vez mas fuerte rrrr... todos en la selva escuchaban y corrían se escondían en sus casas y se tapaban los oídos....y Ramón se reía mucho, cuando mas animales había mas se reía.
Cuando corrían se veían chistosos, como la jirafa con sus patas largas se caía y al pararse se pegaba con los árboles, la cebra al correr daba saltos tan grandes que siempre caía en el rió y se mojaba mucho. Eso no le gustaba al hipopótamo que siempre estaba mas enojado que todos pues tenia que arreglar su casa, ya que, todos los animales pequeños se refugiaban en el río.
Hasta que un día llego a vivir un ratón muy especial que era muy valiente y salía a pasear en la noche no le importaba nada y cuando ramón daba como de costumbre su vuelta de sustos el ratón Simón ni se daba cuenta, el seguía en lo suyo, paseando y comiendo, corriendo y jugando...todos estaban muy confundidos y se preguntaba porque al ratón no le daba miedo..pero nadie se atrevía a preguntar.... llego un día en que no aguantaban mas y la jirafa Ester le dijo al conejo Pedro, que el era el indicado en preguntarle al ratón Simón, por que yo decía Pedro... y todos respondieron porque eres medio pariente ...debía preguntarle por que era tan valiente y como podían ellos ser iguales...Pedro con mucho miedo fue y pregunto...
sssss Simón, popopopor que eres tan tan tan tan valiente, no te asustas con Ramón....
Y Simón siguió haciendo lo suyo ...Pedro le dijo mas fuerte ¿ por que eres tan valiente? le grito Pedro....
Pero simón seguía en lo suyo... escarbando y buscando insectos para comer.
Pedro se fue muy enojado saben,les dijo a los demás animales, Simón no me quiso contestar ni me miro....
A ver dijeron todos vamos...y se juntaron todos los animales y fueron a visitar a simón a su casa para preguntar....al llegar se dieron cuenta que simón conversaba con su familia pero no con la boca sino que movía las manos ....que pasa dijeron todos que es ese lenguaje de señas, no entendían hasta que la mama de Simón les dijo que el había nacido especial y que no podía oír muy bien como todos ....y que por ello se veía tan valiente pero que era igual un ratoncito muy valiente y que podía hacer las mismas cosas que todos solo que no escuchaba bien....pensaron podemos con esto hacer que ramón deje de ser tan pesado y nos deje vivir tranquilos...y armaron un plan...
Al día siguiente ramón salió de costumbre y dijo..... a ver a ver, a quien voy a asustar.. jajajajaja que bueno es ser el rey de la selva. Y tener la voz tan alta fuerte jajaja ....y todos los animales se pusieron de acuerdo estaban esperando que ramón saliera al verlos siguieron en lo suyo....lalalalala simón salió a pasear ....
RR rrrr rrr grauuuuuuuu......dijo ramón...y simón allí parado frente a el....rrrr rrrr rr rrr mas fuerte y simón allí parado desafiante....oye que pasa este ratón no se asusta...que pasa estoy perdiendo la voz...ohhhhhh que voy a hacer como me voy a entretener...bueno simón con señas intento hablar con Ramón y esto le pareció muy simpático y quiso ser su amigo que ratoncito tan valiente y alegre creo que seré su amigo dijo Ramón ....y así fue como en la selva hay dos nuevos grandes amigos simón y ramón desde ese día no se separan y juegan todo el tiempo.........
Y colorin colorado este cuento ha terminado si quieres que te cuente otro pues será para otra oportunidad....
El león perdido
Una mañana muy soleada en el zoológico de Xalapa había un gran alboroto de los animales, los visitantes estaban inquietos y los cuidadores muy nerviosos, Kuasi, el lón estrella del zoo, había desaparecido.
– ¡No puede ser! ¡Kuasi ha desaparecido!- gritó el cuidador.
Tanta era la preocupación que este tenía que decidió comenzar a entrevistar a los animales que creía que podían decirle dónde estaba este tremendo león. Y fue así como empezó. El primer entrevistado fue el mono
– Monito estoy muy preocupado porque desapareció Kuasi, ¿tú sabes donde está? – Preguntó el cuidador.
– No, no sé - contestó.
– Bueno mono, gracias. Entonces le preguntaré al señor elefante. A ver Don elefante ¿usted sabe que le pasó a león Kuasi? Si lo sabe dígamelo por favor.
El elefante dijo:
-Yo no sé nada, pregúntele a la chismosa de la serpiente.
Entonces el cuidador se dio cuenta que debía cuestionar inmediatamente a la señorita serpiente, ya que al parecer, ella tenía información secreta acerca de los planes del león Kuasi. Fue con ella y le dijo:
- A ver señorita serpiente, cuéntame, ¿dónde está Kuasi?
La serpiente respondió diciéndole:
- Pues yo escuché y no es que sea yo chismosa, pero el leoncito dijo que se iba a escapar del zoológico para conocer la ciudad. Sólo eso escuche.
Al tener noticias de Kuasi, el cuidador decidió emprender el viaje e ir en busca del tremendo leoncito. Mientras el cuidador se dedicaba a la búsqueda, Kuasi andaba perdido caminando entre los coches de la ciudad. Kuasi, paso a paso, fue recorriendo este nuevo lugar para él, y, mientras descansaba bajo un un árbol, Kuasi se preguntó a sí mismo:
–¿Cómo se llamará este lugar tan raro? ¿Será esta la ciudad?
Kuasi alcanzaba a escuchar música, el canto de aves y olía un rico aroma a palomitas. El olor le estaba provocando hambre, pero comenzó a espantarse cuando escuchó gritos y murmullos de la gente que se encontraba cerca.
Kuasi decidió acercarse a unos niños y preguntarles qué pasaba, los niños al escuchar el rugido comenzaron a llorar porque el león se acercó mucho a ellos y sentían la melena alborotada. Kuasi quiso calmarlos acariciándolos con sus garras y ellos al sentir que los lastimaba, salieron corriendo.
Entonces, Kuasi volvió a quedarse solo, hasta que un pajarito que iba cantando, al verlo preocupado, se le acercó y le preguntó:
-¿Qué te pasa, amiguito?
El león le respondió:
-Me he perdido, quise salir de mi zoológico a conocer la ciudad pero ahora no sé cómo regresar con mis amigos.
El pajarito de grandes plumajes le dijo:
–Yo te llevaré de regreso con ellos, si quieres.
El león se puso muy contento y le pidió que volara para seguirle. El pajarito y el león emprendieron su viaje, el león caminaba siguiéndolo y el pajarito muy contento se dejaba llevar por el viento.
De pronto escucharon un trueno muy fuerte y se asustaron, pero siguieron su camino. Al poco rato se soltó la lluvia, ambos decidieron esperar un rato a que dejara de llover y cuando la lluvia paró continuaron el viaje.
Durante el camino se encontraron al cuidador del zoológico. El león y el cuidador se pusieron muy contentos por estar de nuevo juntos. Kuasi movía las melenas de la emoción que sentía y prometió que no volvería a escaparse nunca más.
El cuidador llevó a Kuasi de regreso al zoológico y, de paso, se llevó al pajarito a quien le puso de nombre Pánfilo. Al llegar al zoológico, los animales se pusieron muy contentos y armaron una gran fiesta con cohetes para celebrar el regreso de Kuasi el león y el recibimiento de un muevo miembro.
Los animales bailaron y festejaron todo el día, cayó la noche y el cuidador sonó la campana que indicaba que debían irse a descansar y fue así como acabo la gran fiesta.
FIN
EL ELEFANTE, EL LEÓN, LA HORMIGA Y EL BURRO
Había una vez, un elefante, un león y una hormiga que eran muy amigos, pero el elefante y el león vivían burlándose de un burro que vivía muy cerca de ellos.
La hormiga era también amiga del burro. A ella no le gustaban las burlas, trataba a todos por igual, pero el elefante por ser el más grande se creía el rey de la selva. El león por ser el más feroz también creía serlo y vivían el elefante y el león disputando quién era el mejor; aunque eran muy amigos.
Un día el burro pasaba cerca de ellos y el león le gritó:
– Oye burro, ¿a que no puedes sonreír y caminar a la vez?
Y el elefante reía de todas las ocurrencias que el león decía del burro.
La hormiga como era amiga de todos, les decía:
– No deberían burlarse del pobre burro, él siempre ha tratado de agradarles y nunca, nunca se ha burlado de ustedes, así como ustedes se burlan de él.
– No deberían burlarse del pobre burro, él siempre ha tratado de agradarles y nunca, nunca se ha burlado de ustedes, así como ustedes se burlan de él.
Durante varios días el león, el elefante y la hormiga veían pasar al burro de un lado hacia el otro, y la hormiga le preguntó:
– ¡Oye burro!
– Si buena amiga.
– Dime, ¿que haces de aquí para allá y de allá para acá?
– Pues verás, tengo un pajarito que es muy buen amigo mío también y me contó que toda su familia está emigrando, por que se aproxima una tormenta, y yo pues estoy buscando comida para almacenar.
– Si buena amiga.
– Dime, ¿que haces de aquí para allá y de allá para acá?
– Pues verás, tengo un pajarito que es muy buen amigo mío también y me contó que toda su familia está emigrando, por que se aproxima una tormenta, y yo pues estoy buscando comida para almacenar.
– Pero burro. – Le dice la hormiga. – Tu casa es de paja y si viene una tormenta se puede destruir.
-Tranquila amiga, resulta que he encontrado otro lugar donde vivir, yo tenía un amigo oso que se fue a vivir a otro lugar, y me dijo: “burro, si algún día te decides mudar, te dejo mi cueva para que estés más cómodo y seguro”. Y ahora que viene la tormenta me decidí mudar de una vez. Y estas invitada a refugiarte también.
– Gracias burro. – Le dice la hormiga. – Avisaré a los demás para que se preparen también.
La hormiga le avisó a su amigo el elefante y al león, pero estos respondieron:
– Ese burro está loco, yo no he visto emigrar a ninguna ave, y el sol está radiante como siempre; yo creo que son chismes de ese burro.
– Bueno amigos yo les advertí, yo sí creo en él. Ahora me marcho, tengo que prepararme para la tormenta. – Dijo la hormiga.
– Bueno amigos yo les advertí, yo sí creo en él. Ahora me marcho, tengo que prepararme para la tormenta. – Dijo la hormiga.
– Bueno allá tú si quieres creerle a un burro.
Al llegar la noche comenzó a llover y el elefante y el león se arrimaron a unos árboles cercanos para taparse de la lluvia.
– Eso es un poco de agua nada más. – Dijo el león.
– Eso es un poco de agua nada más. – Dijo el león.
Pasan las horas y sigue lloviendo y lloviendo, y el fuerte viento soplaba y soplaba. El león y el elefante temblaban y temblaban de frío.
– Viste león, el burro tenía razón, se aproximaba una tormenta y no nos dimos cuenta, y ahora no tenemos a donde refugiarnos.
El león y el elefante se fueron hacia la casa de la jirafa y llamaron a la puerta:
– ¡Jirafa! ¡jirafa! soy yo, el rey de la selva, ¡te ordeno inmediatamente que nos abras la puerta!
A lo que la jirafa le contestó:
– Lo siento león, pero mi casa ya está muy llena y no hay espacio para nadie más.
Entonces el león y el elefante continuaron llamando puertas: donde el lobo, el mono, el conejo, etc., y nadie podía darles alojo.
Pasaron la tormenta el león y el elefante bajo un árbol, y temblaban y temblaban de frío. Llegó otro día y la tormenta había cesado. El elefante y el león estaban muy mojados.
– Creo que voy a enfermar. – Dijo el elefante.
Y le salió un fuerte estornudo por su larga trompa: – ¡aaachuuuuus!
Y el león quedó sentado de un sopetón.
– ¡Salud! Elefante, creo que ya tienes resfriado.
Después estornudó el león como un rugido fuerte: – ¡agrrrhuuuu!
– ¡Salud! Dijo el elefante. – creo que nos resfriamos los dos.
Al enterarse el burro de que el león y el elefante habían pasado la tormenta solos bajo un árbol y que estaban resfriados, decidió ir el mismo a invitarles a pasar su resfriado en su guarida.
El león y el elefante se disculparon con el burro por haberse burlado siempre de él. La mejor lección de sus vidas se las había enseñado el burro, a quien siempre le gritaban bruto. Les había enseñado lo que realmente significaba la bondad, el perdón, el amor y la amistad. Desde entonces el león y el elefante jamás se volvieron a burlar de ningún animal, porque se habían dado cuenta, en la noche de la tormenta, que por haberle hecho buling al burro se habían quedado sin amigos.
Desde entonces el burro, el león, el elefante y por supuesto la hormiga, se hicieron amigos inseparables.
FIN
"COCO, EL COCODRILO INCOMPRENDIDO"
Esta historia empieza con Coco, un peligroso cocodrilo que siempre estaba escondido al fondo de su cocina ideando platos nuevos y esquisitos dulces para venderlos en su tienda. Aunque Coco cocinaba muy bien, su tienda siempre estaba vacía ya que la gente que vivía por allí le tenía miedo y no se atrevían tan si quiera a acercarse. Coco, al no recibir nunca visitas y no vender sus deliciosos pasteles, tenía que comérselos para que no se pusieran malos, pero de tanto comer pasteles llegó a ponerse muy gordo y feo haciendo que la gente le tuviese aún más miedo.
Un día un niño nuevo en el pueblo decidió acercarse a la tienda de Coco para comprar un dulce. Al sonar la campanita de la puerta, Coco que ya pensaba que nadie entraría jamás en su tienda, salió de un salto hacia el mostrador. Pablo, que era el nombre del niño, al ver acercarse a un cocodrilo tan grande y feo se asustó y retrocedió tres pasos. Coco al ver la reacción del niño le dijo que no se asustara, que era el primer niño que se había atrevido a entrar y que le iba a regalar tantos pasteles como él quisiera, pero Pablo inseguro no pudo evitar preguntar por qué nunca había entrado nadie en su tienda. Coco, con la mirada triste le explicó a Pablo que la gente le tenía miedo y que se sentía muy solo sin nadie a su lado. Pablo enseguida sintió lástima por Coco y poco a poco fueron trabando una amistad muy fuerte, tan fuerte que los dos juntos se pasaban el día cocinado y haciendo montañas de nata…
Pero Pablo no quería que el cocodrilo se pasase el día en esa tienda sin conocer a nadie, así que decidió llevarlo a dar una vuelta por el pueblo. Todo el mundo quedó alarmado e incluso aconsejaron a Pablo que se alejara, aunque él nunca lo hizo. A medida que fueron pasando los meses Coco fue ofreciendo sus esquisitos pasteles por el pueblo y ganando cada vez más y más amigos. Al final todo el mundo le pidió disculpas por los años en que habían desconfiado de él y le montaron una gran fiesta. Ahora Coco es un cocodrilo feliz y querido por todos.
"MATÍAS EL COBARDE"
El pequeño Matías era un murciélago de apenas seis años de edad, que como a todos los murciélagos le gustaba la noche y la oscuridad, de hecho uno de sus juegos favoritos era el escondite ya que así podía esconderse siempre que quería en los lugares más oscuros posibles aunque eso sí, siempre en lugares de poca altura ya que nuestro querido Matías tenía verdadero pánico a las alturas. Sus amigos preferían otro tipo de juegos, solían jugar a las camas elásticas colocándose sobre unos paneles de madera realmente altos y dejándose caer sobre las camas para poder saltar. Lo cierto es que era un juego realmente divertido pero Matías, debido a su miedo no podía jugar, y mientras ellos jugaban con las camas, él tenía que quedarse solo leyendo un libro en una esquina.
A pesar de que siempre había tenido miedo, nunca había intentado superarlo, mas de mil veces sus amigos le habían ofrecido jugar con ellos pero él, atemorizado, se negaba a aceptar a propuesta. Un día su mejor amigas Tina decidió que ya era hora de que las cosas cambiasen y de que Matías pudiese jugar con los demás como un murciélago normal y corriente. Para que pudiera superar sus miedos, lo llevó hasta lo alto de un barranco donde, disimuladamente, le dió un empujón. Matías cayó al vacio pero, como era un murciélago, desplegó sus alas y pudo volar y subir hasta lo alto, como si de un avión en un viaje a París se tratara. En ese momento se dió cuenta de que las alturas no debían ser un problema para él ya que al tener alas nunca podría caerse nihacerse daño.
Desde entonces Matías juega cada día junto a sus compañeros a la cama elástica y es feliz en su pequeña cueva.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario