viernes, 31 de marzo de 2017

Del mar.

La Sirenita

El cuento de La Sirenita para niños
En el fondo de los océanos había un precioso palacio en el cual vivía el Rey del Mar junto a sus cinco hijas, bellísimas sirenas. La más joven, la Sirenita, además de ser la más hermosa, poseía una voz maravillosa.
Cuando cantaba, todos los habitantes del fondo del mar acudían para escucharla. Además de cantar, Sirenita soñaba con salir a la superficie para ver el cielo y conocer el mundo de los hombres, como lo relataban sus hermanas.
Pero su padre le decía que solo cuando cumpliera los 15 años tendría su permiso para hacerlo. Pasados los años, finalmente llegaron el cumpleaños y el regalo tan deseados.
Sirenita por fin pudo salir a respirar el aire y ver el cielo, después de oír los consejos de su padre: 'Recuerda que el mundo de arriba no es el nuestro, sólo podemos admirarlo. Somos hijos del mar. Sé prudente y no te acerques a los hombres'.
Y al emergerse del agua Sirenita se quedó de boca abierta. Todo era nuevo para ella. Y todo era hermoso, ¡fascinante! Sirenita era feliz. Pasados unos minutos, Sirenita pudo observar, con asombro, que un barco se acercaba y paraba. Se puso a escuchar voces. Y pensó en lo cuanto le gustaría hablar con ellos.
Pero miró a su larga cola y comprendió que eso era imposible. Continuó mirando al barco. A bordo había una gran fiesta de aniversario. El capitán del barco cumplía veinte años de edad.
Sirenita se quedó atónita al ver el joven. Era alto, moreno, de porte real, y sonreía feliz. La Sirenita sintió una extraña sensación de alegría y sufrimiento a la vez.
Algo que jamás había sentido en su corazón. La fiesta seguía hasta que repentinamente un viento fuerte agitó las olas, sacudiendo y posteriormente volcando el barco. Sirenita vio como el joven capitán caía al mar.
Nadó lo que pudo para socorrerlo, hasta que le tuvo en sus brazos. El joven estaba inconsciente, pero Sirenita nadó lo que pudo para llevarlo hasta tierra. Depositó el cuerpo del joven sobre la arena de la playa y estuvo frotando sus manos intentando despertarlo.
Pero un murmullo de voces que se aproximaban la obligaron a refugiarse en el mar. Desde el mar, vio como el joven recobraba el conocimiento y agradecía, equivocadamente, a una joven dama por haberle salvado la vida.
Sirenita volvió a la mansión paterna y les contó toda su experiencia. Después pasó días llorando en su habitación. Se había enamorado del joven capitán pero sentía que jamás podría estar con él.
Días después, Sirenita acudió desesperada a la casa de la Hechicera de los Abismos. Quería deshacerse de su cola de pez a cualquier precio. E hicieron un trato: Sirenita tendría dos piernas a cambio de regalar su hermosa voz a la hechicera que le advirtió: "Si el hombre que amas se casa con otra, tu cuerpo desaparecerá en el agua como la espuma de una ola".
Asintiendo a las condiciones de la hechicera, Sirenita bebió la pócima mágica e inmediatamente perdió el conocimiento. Cuando despertó se encontraba tendida en la arena de la playa, y a su lado estaba el joven capitán que intentaba ayudarla a levantarse. Y le dijo: "te llevaré al castillo y te curaré".
Durante los días siguientes, Sirenita pasó a vestirse como una dama, y acompañaba al príncipe en sus paseos. Era invitada a los bailes de la corte pero como no podía hablar, no podía explicar al príncipe lo que había sucedido en la noche que le salvó.
El príncipe no paraba de pensar en la dama que pensaba haber salvado su vida y Sirenita se daba cuenta de eso. Pero el destino le reservaba otra sorpresa.
Un día, avistaron un gran barco que se acercaba al puerto. El barco traía una desconocida que enseguida llamó la atención del príncipe. Sirenita sintió un agudo dolor en su corazón, y sintió que perdería a su príncipe para siempre.
El príncipe quedó prendado de la joven desconocida, que no era otra que la bruja disfrazada, y al haberle robado su voz, el príncipe creyó que era su salvadora y se enamoró de ella. 
Le pidió matrimonio, y para celebrarlo fueron invitados a hacer un gran viaje por mar al día siguiente, acompañados también por la Sirenita. Al caer la noche, Sirenita, recordando el acuerdo que había hecho con la hechicera, estaba dispuesta a sacrificar su vida y a desaparecer en el mar, hasta que escuchó la llamada de sus hermanas.
- ¡Sirenita! ¡Sirenita! ¡Somos nosotras, tus hermanas!. Escucha con atención, hay una forma de romper el hechizo y recuperar la voz que la bruja te ha robado. Si besas al príncipe conseguirás que se enamore de ti y se rompa el encantamiento.
La Sirenita corrió y corrió hasta el gran salón donde iba a comenzar la ceremonia de boda. Se lanzó a los brazos del príncipe y le besó, dejando a todos boquiabiertos. 
La hechicera recuperó su desagradable voz y aspecto, y la Sirenita pudo explicar lo que había ocurrido realmente. La bruja fue encerrada en el calabozo, y el príncipe se disculpó con la Sirenita.

Esa misma tarde se celebrño la boda entre la Sirenita y el príncipe, y todos cantaron para celebrar su amor.

                   Las estrellas de mar.

Cuento de las estrellas de mar
Había una vez un escritor que vivía a orillas del mar; en una enorme playa virgen, donde tenía una casita y pasaba temporadas escribiendo y buscando inspiración para su libro. Era un hombre inteligente y culto y con sensibilidad acerca de las cosas importantes de la vida.
Una mañana mientras paseaba a orillas del océano vio a lo lejos una figura que se movía de manera extraña como si estuviera bailando. Al acercarse vio que era un muchacho que se dedicaba a coger estrellas de mar de la orilla y lanzarlas otra vez al mar.
El hombre le preguntó al joven que estaba haciendo. Este le contestó:
- Recojo las estrellas de mar que han quedado varadas y las devuelvo al mar; la marea ha bajado demasiado y muchas morirán.
Dijo entonces el escritor:
- Pero esto que haces no tiene sentido, primero es su destino, morirán y serán alimento para otros animales y además hay miles de estrellas en esta playa, nunca tendrás tiempo de salvarlas a todas.
 El joven miró fijamente al escritor, cogió una estrella de mar de la arena, la lanzó con fuerza por encima de las olas y exclamó:
- Para ésta… sí tiene sentido.
El escritor se marchó un tanto desconcertado, no podía explicarse una conducta así. Esa tarde no tuvo inspiración para escribir y en la noche no durmió bien, soñaba con el joven y las estrellas de mar por encima de las olas.
A la mañana siguiente corrió a la playa, buscó al joven y le ayudó a salvar estrellas.

                            Toño y la sirena

Sirena
Pensando en lo que había encontrado, se sentó a descansar en una piedra que salía del mar. De pronto oyó una voz a sus espaldas, y al volverse vio la sonrisa de una hermosa niña que le dijo:
- Veo que has encontrado mi flor de cristal. La había perdido y estaba disgustada, ya que todas las sirenas tenemos una que nos regaló nuestro Rey, Neptuno.
Entonces Toño se dio cuenta de que era una sirena, y le dijo:
- Yo quería regalársela a mi madre…
La sirena le contestó:
- Yo puedo traerte del fondo del mar un buen regalo para tu madre si me das mi orquídea. Toño se la dio sin pensarlo dos veces y la sirena, con una gran sonrisa, la cogió y nadó hacia el fondo del mar.
El niño pensó, 'igual ya no vuelve pero, claro, si la flor es de ella no podré quitársela'.
Terminaba de pensar en esto cuando salió la sirena sosteniendo una gran ostra, ¡era una ostra! La sirena le dijo:
- Cuando tu madre la abra, verás como le gustará. Quizá sería bueno que la sirena se sumergiera y entonces
Toño abriría la ostra y encontraría la perla.
Se dieron las gracias mutuamente. La sirena se sumergió en el mar y Toño se fue, imaginando la cara que pondría su madre cuando le contara su aventura y, mejor aún, la que pondría al recibir la sorpresa tan bonita que le iba a dar. ¡Estaba feliz!

En el fondo del mar.


Resultado de imagen para cuento en el fondo del mar


Había una vez dos sirenas que se llamaban Julieta y Candelaria, ellas vivían muy felices en el mar comiendo caracoles de mar.

Un día vino una tiburona y les hizo una trampa con muchos caracoles de mar, intentó engañarlas. Entonces las sirenas se dieron cuenta de que les habían preparado una red y se fueron muy muy lejos, a un lugar donde la tiburona no las pudiera encontrar.
Conosieron a una amiga llamada Ariel, la princesa del mar. Jugaron sin parar, se divirtieron mucho, daban muchas volteretas y vueltas por el mar, estaban muy contentas. Después fueron con Ariel a conocer a su padre, que estaba en el reino. A partir de ese momento no sintieron miedo de los tiburones. Fueron muy muy felices y comieron caracoles de mar y perdices.

Una manito en el fondo del Mar

Una manito en el fondo del Mar



En un lugar hermoso en el fondo del mar, vive una colonia de animalitos de todas formas, colores y tamaños.
Entre los habitantes de esta colonia están: Confusa, la medusa ( se llama así porque es muy despistada y todo lo confunde y olvida); las estrellas de mar (que no iluminan, pero son bonitas igual); los corales “fatales” ( que son muy pesimistas y siempre piensan que todo va a salir mal). También el pulpo Tedi Unamano, muy solidario y siempre dispuesto a ayudar a quien lo necesite y los tiburones burlones, (que nada toman en serio y se la pasaban de jarana).
Una tarde, todo estaba en calma en la colonia marina hasta que Serena, la sirena, llegó desde la superficie muy angustiada y nerviosa.
Todos preguntaron qué pasaba y Serena, entre sollozos, les explicó:
-“Fui hasta la superficie, cosa que –como todos Uds. saben- hago todos los días para estar al tanto de las novedades, y escuché que un barco con investigadores vendrá hacia aquí en busca de especimenes marinos”.
-“¿Qué son investigadores?”  Preguntó Confusa.  “¿Y especimenes?”
-“Los investigados son personas que visten ropas extrañas, llevan puestos unos tubos negros, se sumergen en el mar y meten mano a cuanto bicho ven,… o sea nosotros que venimos a ser los especimenes, entendiste?”.
Confusa no había entendido mucho, pero no preguntó para no confundirse más.
El comentario de Serena preocupó a muchos. Nadie quería ser sacado de su casa y separado de su familia. Como no sabían bien cuándo vendrían estos señores con cosas raras, ni a qué especies marinas iban a investigar, le pidieron a Serena que subiera una vez más para seguir averiguando.
Mientras tanto, todos se quedaron pensando en qué se podía hacer.
Como ya dijimos, los corales fatales nunca pensaban positivamente y además, tenían una curiosa característica:  siempre hablaban en verso.
-“Nos sacarán de a uno por vez, seamos pulpo, estrella o pez”
Serena bajó nuevamente y les contó que pudo escuchar que sólo les interesaban los peces y no las otras especies.
Gran parte de la colonia respiró aliviada, no serían sacados de sus casas, no corrían peligro alguno,… ¡incluso más de uno quería festejar!
En cambio los peces se quedaron callados, el miedo empezó a recorrer cada una de sus aletas. Sabían que ellos eran  quienes iban a ser pescados y no querían que nadie los arrancase de su lugar.
Tedi Unamano quería ayudar a sus amigos. Empezó a organizar la colaboración de toda la colonia. La situación era grave y había que actuar cuánto antes para ayudar a los pobres peces.
Los tiburones burlones no tomaron muy en serio el peligro, pensaban que Serena exageraba un poco.
Confusa la medusa no terminaba de entender la situación.
Los corales fatales, como siempre, presagiaban los peor:
-“A todos van a pescar
Y nadie se va a salvar”!!
Los pececitos al escuchar las palabras de los corales, casi enloquecen del miedo. Estaban muy nerviosos y movían sus aletas de tal manera que parecía que en cualquier momento iban a remontar vuelo. A los lenguados se les secó la lengua, los gatuzos parecían perritos dando volteretas para morderse la cola, el pez palo se daba la cabeza contra una roca marina, las sardinas buscaban latas donde meterse, todos sin excepción estaban a punto de enloquecer.
Todo era preocupación y miedo, o casi todo. Algunos animalitos, como los corales, al no sentirse en peligro, no se preocupaban mucho ya que no eran ellos a los que iban a agarrar.
Tedi, el pulpo, no podía entender la reacción de los corales:
-“¿No se dan cuenta que algo debemos hacer para ayudar a los peces?”
-“Nada haremos; nada haremos!!! Jamás nos arriesgaremos!!!” -contestaron ellos.
Por suerte, los demás animalitos reaccionaron en forma muy distinta. Todos se ofrecieron a ayudar y a pensar juntos qué podían hacer para evitar que los peces fueran pescados.
-“¿Qué habría que hacer?- preguntaba Confusa, quien como de costumbre mucho no había entendido.
-“Unirnos todos para ayudar a los peces, pero…. ¿cómo, de qué manera?”- se preguntaba Tedi.
-“Ya sé!!! Ya se!!- dijo un alga marina. –“Ya lo tengo!! Cuando veamos que bajan los señores estos, nosotras las algas, formamos una red y los cercamos, ahí aparecen Uds. los tiburones y ponen cara de hambre, de muuuuuucha hambre. También pueden llevar cuchillo y tenedor para que se asusten más.
-“Nosotros no matamos ni una mosca!!!, no comemos carne,…  ni siquiera hamburguesas que tienen la bacteria esa que te hace doler la pancita!!!”
-“No se trata de comer a nadie!!!” Agregó una alguita“… se trata de asustarlos para que no vuelvan”
-“Ah… sería como hacer una broma verdad? Nos hacemos los malos, feroces y hambrientos ¿y vos pensás que nos van a creer?
-“Iremos todos”, agregó Tedi, “…las algas los cercan, los tiburones pongan voluntad y no se rían” –les dijo con tono serio y continuó- y por las dudas lleven también servilletas en el cuello que asustará más. “…las estrellitas estarán alertas por las dudas y los peces ordenados en cardúmenes para huir no bien los investigadores bajen”.
Todo estaba organizado, y todos participarían de una manera y de otra, excepto los corales que sólo escuchaban, sin decidirse a poner manos a la obra.
Llegó el momento. Bajaron los buzos y las alguitas ya estaban preparadas, habían formado una red inmensa y muy fuerte con la ayuda de otras especies. Serena estaba atenta a cualquier cosa que hiciera falta, Tedi dirigía el operativo y los tiburones ensayaban sus peores caras de malos (incluso se asustaban entre ellos). Los peces mientras tanto, estaban organizados y esperando la señal para escapar apenas fuera posible.
Los corales veían toda esta situación y como cada uno de sus amigos había hecho algo para ayudar a sus peces. Empezaron a sentirse mal por no participar de este rescate y como les remordía un poquito la conciencia, cambiaron de opinión.
-“No sabemos qué ira a pasar, pero igual hemos de ayudar!!!” gritaron  en coro para que los escucharan todos.
Los buzos llegaron con sus ropas raras y sus tubos negros. Eran tres y bajaban cada vez más profundo, cada vez más cerca de nuestros amigos. Se sentía la tensión en el agua.  El aleteo de los pececitos que se veían amenazados hacía que el agua se moviera como cuando está a punto de hervir.
Sin embargo, el plan funcionó muy bien, las alguitas con una coordinación ejemplar, cercaron a los tres buzos, los tiburones con cuchillo y tenedor en mano, se les presentaron con la boca más abierta que un buzón y una cara que la verdad daba miedito.
Serena, Tedi y las estrellitas sostenían bien la red donde habían quedado atrapados los buzos y los corales fatales no pudieron con su genio:
-“Acá no se va ningún pez, ni martillo, ni gatazo,
Investiguen otra cosa, y fuera ya montón de intrusos”!!
La verdad, no se qué asustó más a los buzos, si la red en la que estaban atrapados, la cara de los tiburones con cubiertos en la mano y servilletas en su cuello o que muchos corales hablaran al mismo tiempo y encima en verso, pero la cuestión es que el plan funcionó a la perfección y se fueron mucho más rápido que lo que habían llegado, con la firme decisión de no volver a molestar a la colonia.
No hizo falta que los pececitos escaparan. Agradecidos, se abrazaron a todos sus amigos dándoles golpecitos en la espalda con sus aletas -cosa bastante dificultosa dicho sea de paso-, y festejaron contentos por la ayuda recibida.
Todos estaban felices, unos porque se habían salvado, los otros porque sabían que habían  ayudado a sus amigos, y que habían hecho algo por alguien, y eso es muy bueno tanto para el corazón de un animalito marino, como para el de las personas.
Hasta los corales fatales, se dieron cuenta de lo que bien hace ayudar y arriesgarse por un amigo. Aprendieron, ni más, ni menos, lo que es solidaridad.
-“Qué bueno está ayudar, cuando quieran nos vuelven a llamar”- se los escuchó decir en un perfecto coro.
Todo volvió a la normalidad en la colonia, de todos modos, Serena siempre se ocupaba de mantener a todo el mundo al tanto, no sea cosa que hubiera que poner manos a la obra otra vez.

No hay comentarios.:

Publicar un comentario